Hacia la séptima generación de izquierda

¡SÍ A LA HUELGA! ¡NO A LA REFORMA LABORAL!

Izquierda Hispánica se suma a la Huelga nacional convocada para el 29 de septiembre. A la nefasta y vergonzante Reforma laboral ideada por los socialtraidores -socialistas de nombre pero traidores de los asalariados y de la Nación de hecho- se le ha sumado la campaña que a favor del gobierno de ZP ha comenzado los medios de comunicación liberales con la facciosa intención de favorecer a los capitalistas y a la banca en detrimento de la Patria. Los años de bonanza económica sólo sirvieron para sumir a gran parte de la población en ese grupo, cada vez más mayoritario, de "mileuristas". Ahora ya ni eso. La Partitocracia golpea con sus dos puños: la socialdemocracia del PSOE golpea por una cara con su Reforma laboral mientras los demoliberales golpean por la otra queriendo destruir a los Sindicatos.

Por supuesto, gran culpa la tienen los líderes sindicales de las centrales mayoritarias. Pero la cúpula sindical no es una mera correa de transmisión del PSOE: ella tiene que responder no sólo a los líderes "progresistas" sino también ante sus bases. Tienen que justificarse de alguna forma. Izquierda Hispánica no se coloca fuera del movimiento sindical, criticando desde una privilegiada atalaya lo que ocurre.  Participa con el firme propósito de desbancar a esos líderes cansados y pactistas para buscar la consolidación de un sindicalismo que ponga en jaque a los vendepatrias socialdemócratas y demoliberales. La Huelga no se produce ni en el momento ni en la forma adecuada, pero somos materialistas, y sólo cabe participar en lo existente hasta que podamos imponer junto a otras organizaciones un programa sindical correcto y combativo.

La Huelga general es una llamada a la movilización contra la Reforma laboral que supone, entre otras cosas:

- El aumento de la edad para contratar a un joven "en formación". Si hasta ahora la edad máxima eran los 21 ahora podrán usar el contrato hasta con "jóvenes" de 25 años. El contrato "en formación", por ley, puede ser hasta un 15% inferior al convenio colectivo suponiendo en la práctica un contrato basura en el que purgan sus penas numerosos universitarios españoles dado que el empleo va en proporción "al tiempo de trabajo efectivo". Esto supone que sobre el papel el trabajador trabaja poco pero, de hecho, los compañeros hacen tantas horas y trabajan tanto como los veteranos.

- Se permite la entrada de las nefastas ETTs en la Administración Pública. Propio de los vendepatrias enemigos de los trabajadores y de la Nación es, no sólo esquilmarla con sus corruptelas, sino venderla a ETTs de amiguetes montadas por las mismas cúpulas corruptas de la administración. Por tanto, será el fin de las bolsas de trabajo y el inicio del enchufismo masivo en la administración pública. No sólo esto. Si ahora las "bolsas de trabajo" las lleva la administración, con las ETTs se incluirá la "comisión" que la empresa con ánimo de lucro (como expresamente se reconoce en la Reforma) cobrará. Dinero público en manos del caciquismo privado. Socialistas y liberales en esto están de acuerdo: para algo el PSOE y el PP basan su poder en las respectivas clientelas.

- Se amplían las causas para despedir, se abarata el despido, se facilitan sus trámites administrativos y se subvenciona de tal modo el despido que en la práctica despedir a un fijo costará tanto como despedir a temporales. El ministerio subvencionará incluso aquellos despidos que sean improcedentes. Con el actual sistema, el Fondo de Garantia Salarial (FOGASA) se transforma en un organismo subvencionador del despido. La patronal y los liberales protestan ante subvenciones a sindicatos, ONGs, fundaciones, asociaciones, etc., pero nada dicen del dinero con el que el ministerio les tapa sus vergüenzas. Por si fuera poco, la subvención pública hará que el despido sin causa alguna tenga un coste equivalente a 25 días de salario por año de servicio en vez de 45.

- Se admite un metafísico despido "preventivo" por razones de "posición competitiva del mercado". Los vendepatrias en vez de seguir el bien de la Nación política, siguen sus fines facciosos que les dicta el mercado. PSOE y PP aplauden junto a los liberales "austriacos" que no dudarían en vender a su Patria si con ello optimizan su "utilidad marginal".

- La empresa estará capacitada para suprimir derechos adquiridos por convenio. Los críticos del "totalitarismo socialista" se vuelven la mar de totalitarios en cuanto se les toca el bolsillo y se pasan los convenios por la entrepierna, dejando a los trabajadores, como única opción, la lucha y la huelga.

Problemas del sindicalismo español

Cabe preguntarse por qué se ha permitido implantar esta Reforma laboral y cómo es que los Sindicatos generalistas lo han permitido. No todo se debe a malos líderes sindicales. También existen fallas estructurales en las propias organizaciones sindicales que le restan capacidad organizativa y de lucha: el federalismo y autonomismo sindical debilita la fortaleza del colectivo. Claro que cada sector laboral tiene su particular problemática, pero la fragmentación a escala autonómica multiplica la burocracia sindical intermedia e impide una respuesta unitaria nacional.

Los sindicatos desperdician muchos recursos en formaciones inútiles y no forman a los sindicalistas en las propias artes estratégicas del sindicalismo, lo que impide la creación de cuadros sindicales competentes y expertos en movilización laboral favoreciendo la cooptación por parte de las empresas o de los burócratas sindicales superiores.

Otro de los motivos por los que el sindicalismo está debilitado es la labor de zapa que la Comunidad Económica Europea primero, y la Unión Europea después, han tenido respecto a la industria nacional. El proceso de "reconversión industrial" destrozó las bases y la potencia industrial nacional en beneficio del Eje franco-alemán, "europeo", con la esperanza de que España sirviera sólo para los "servicios" turísticos. A la reconversión industrial socialdemócrata le siguió la escalada de privatizaciones que culminó con la fase de los demoliberales vendepatrias.

Para solucionar el problema del déficit público, el presidente Aznar dilapidó la propiedad nacional de sectores claves. Los "patriotas" liberales hundieron más a España en su debilidad estructural, privatizando Telefónica (primera compañía española de telecomunicaciones), Repsol (empresa del petróleo e hidrocarburos), Enegas (gas natural), Inespal (empresa productora de aluminio), Aceralia (empresa siderúrgica), se inició la primera etapa de la venta de Endesa (compañía eléctrica), se vendió el Banco de Comercio Exterior del que el Estado poseía un 28,1%, se vendió la emblemática empresa armamentística Santa Bárbara Blindados a los alemanes, se privatizó Tabacalera, las compañías aéreas Blinter Canarias y Blinter Mediterráneo y se culminó la privatización de Iberia (aerolínea). Reduciendo el gasto público y vendiendo el patrimonio de la Nación, el PP consiguió un aparente superávit económico que sólo fue la antesala de un boom económico especulativo que el PSOE fomentó y dilapidó en la creencia de que la crisis no se produciría por encontrarnos ya poco menos que en el fin de la historia.

El PSOE comenzó la desmantelación industrial al son que le marcaban sus amos franco-alemanes y anglosajones, y el PP continuó la danza acabando la venta de España e impidiendo que hoy el Estado pueda reaccionar ante la crisis. Los sindicatos, debilitados, no pudieron hacer nada. No es casualidad. El fin del Sindicato Vertical no hizo que los sindicatos pasaran a depender directamente del Estado -precisamente tanto los sindicatos como la patronal querían deshacerse del lastre intervencionista del Sindicato Vertical estatal- sino que los sindicatos pasaron a depender de los Partidos que actuaban como mediadores en el control del Estado y de la Banca que con sus créditos hipotecaban la independencia sindical al tiempo que controlaban el tejido industrial que PSOE y PP desmantelaban o vendían. Como afirmaron los bolcheviques -Lenin, Trotsky y Stalin- los sindicatos, en cuanto crecen, acaban siendo controlados o hegemonizados por los partidos políticos porque cuando llegan a determinado nivel organizativo y de lucha necesitan un proyecto político para el Estado y eso no lo tiene un sindicato, sino un partido. Por tanto, la "connivencia" entre los grandes sindicatos y los Partidos políticos no es fruto de la corrupción sino de la propia esencia de la cosa. Los sindicatos intentarán sacar todo lo que puedan al Estado (igual que hace la Patronal, por cierto), porque lo que hay es una lucha de intereses en los que las alianzas, pactos y connivencias se alteran con luchas y toma de posiciones contrarias. Ver a los sindicatos actuales como meros apéndices del PSOE es tan erróneo y metafísico como ver al PP como mero apéndice de la CEOE. Resulta curioso cómo críticos del marxismo vulgar recaen en simplezas metafísicas propias de él. Antes era la burguesía la que estaba detrás de todo, ahora es el PSOE y un ZP omnipotente que organiza a la vez una Reforma laboral y una huelga general en contra de la Reforma laboral que él mismo ha organizado. Los sindicatos difícilmente pueden ser el instrumento para la lucha de clases que algunos parecen esperar cuando los critican por alguna especie de falta de "compromiso revolucionario". Los sindicatos, inmersos en el discurso fundamentalista democrático y el panfilismo pacifista y "tolerante" no pueden hacer otra cosa que pactar en la medida en que carecen de fuerza para golpear a la patronal y al gobierno: muchos trabajadores que comparten dicho mensaje metafísico se niegan a participar en movilizaciones hasta que se llega a un punto crítico. Sin embargo, no hay que confundir a los líderes sindicales con sus bases. En uno de los recientes actos sindicales, Cándido Méndez se vio obligado a aplaudir -con muy mala cara y con escasas ganas- al grito de ¡Zapatero, dimisión!. Los líderes sindicales tienen que responder no sólo a los de arriba sino también a sus bases y a ellas apelamos. Debemos realizar una labor política e ideológica seria para elevar a estos obreros, triturando la metafísica ideológica que el sistema actual les vende como panacea para todo remedio social.

¿Qué hacer ante esta situación?

Por lo pronto, admitir la contradicción entre los intereses del PSOE y los intereses sindicales y actuar en consecuencia. No se puede permitir que el PSOE fagocite la estrategia sindical. El PSOE, a diferencia de los liberales, sabe manejar todo un arsenal de instituciones y movilizarlas contra el PP pretendiendo presentarse como los únicos capaces de frenar a la "derecha", eso sí, para hacer la misma o peor política que el PP pero con el barniz "progresista" más aceptable para su público. Hay que romper con la estrategia de seguidismo del PSOE, con su connivencia con aquellos que intentan fragmentar a la Nación política y sus instituciones políticas vitales para construir un Estado fuerte y potente. ¿Beneficia a los trabajadores españoles la creación de 17 microestados cada vez más débiles frente a los manejos de la patronal y de la banca? ¿Beneficia a los trabajadores la fragmentación lingüística capaz de impedir que podemos entendernos entre nosotros y con los pueblos hermanos de Iberoamérica? La respuesta a estas preguntas es un no rotundo. La denigración constante de España y su papel histórico realizada por el PSOE no sólo no benefica a los trabajadores sino que permite que los liberales, amparados en el poco amor propio que los españoles sienten por lo que es español, vendan y esquilmen a la Nación tanto y tan mal como lo hizo Felipe González.

En definitiva, sin negar la dialéctica compleja de las relaciones entre PSOE y sindicatos mayoritarios, hay que denunciar el intento, sí, del PSOE de reproducir formas de sindicalismo vertical falangista en la democracia actual para atacar a la oposición del PP a cambio de migajas, y llamar a la clase obrera a no dejarse engañar por esas maniobras perversas para atacar a los verdaderos enemigos de sus derechos: las amodorradas cúpulas sindicales, la política laboral española (defendida a partes iguales por PSOE y PP), los ladridos de la partitocracia que encubren una manifiesta connivencia de todos los privilegiados parlamentarios y, en definitiva, la atomización institucional a nivel de defensa de derechos de trabajadores y ciudadanos que, gracias a la Constitución de 1978, permite a los partidos y otras instituciones dividir a los asalariados mientras realizan sus juegos electorales deprimentes.

Existen dos posturas que se nos quieren vender a los españoles como "profundamente críticas" con el sindicalismo. Por un lado, el izquierdismo nihilista que va de revolucionario y que propone salirse de los sindicatos mayoritarios para construir sindicatos puros, limpios y cristalinos. Estos izquierdistas pequeñoburgueses, iluminados por su teoría, querrían tener sindicatos a su imagen y semejanza. Puro idealismo que pretende adaptar la realidad directamente a lo que sus delirantes teorías plantean. Por otro, el liquidacionismo liberal, que equipara a los líderes sindicales, las instituciones sindicales y al PSOE en la misma masa. Un auténtico monismo idealista que ve a Zapatero detrás de cualquier decisión sindical, como si fuera un Dios todopoderoso que manejara a los sindicatos a su antojo. La dialéctica y symploké entre las bases e intereses sindicales y la cúpula es mucho más compleja que la imagen de un indocto ZP dominando el movimiento sindical. Izquierda Hispánica es materialista y por tanto trabaja con el material existente. Estamos a favor de los sindicatos, sobre todo, frente a la ofensiva demoliberal así como frente a los intentos socialdemócratas de verticalizarlos. Nos oponemos a los malos dirigentes sindicales pero no creemos que por ello deban pagar las bases. Llamamos a la movilización de todos los que critican a los sindicatos para que hagan más que hablar y criticar de palabra y combatan desde cada puesto de trabajo para que sus representantes sigan una línea correcta o para cambiar de representantes.

La crítica a la "burocracia" es una crítica realmente a la organización sindical y ciudadana, porque toda organización que alcance cierta fuerza tendrá su burocracia. Por eso tendríamos que dirigirnos contra los malos y corruptos líderes sindicales. Pero no a que exista una burocracia. No somos liberales ni anarquistas. Burocracias -en su sentido técnico y administrativo- tiene que haber. Sólo queremos que siga una línea correcta, patriótica y socialista.

No hay unidad sindical sin unidad nacional

UGT en Cataluña dice que esa región española es "una nación". La traición de clase de las cúpulas sindicales es intolerable y antisocialista. Izquierda Hispánica se opone frontalmente a esta traición.

La unidad del movimiento sindical debe ir pareja a una unidad nacional en su sentido político, alejada de todo etnicismo y todo intento de privilegios separatistas. A más fragmentación de los asalariados, menor fuerza nacional, porque coloca a los vendepatrias en la posición de hacer lo que les venga en gana. Igual que necesitamos las instituciones sindicales necesitamos una Nación unida, con sus instituciones comunes y sin caciques autonómicos o municipales.

El fracaso de la Huelga sería aprovechado por la Partitocracia del régimen. El PSOE reforzaría su control sobre los sindicatos al mostrarle que no les queda otra salida que agachar la cabeza y pactarlo todo ya que la movilización contra él es imposible. El PP reforzaría su estrategia para acabar con los sindicatos: intenta identificar y anegar al PSOE y los sindicatos en la misma unidad presentando el sindicalismo como una masa homogénea gobernada por ZP con la esperanza de que el fracaso y el desprestigio de éste repercuta en un fracaso y desprestigio de los sindicatos mayoritarios. Los sindicatos, con Huelgas como ésta, deben oponerse al PSOE porque así, a su vez, neutralizarán la estrategia del PP. Que ZP se hunda y los militantes del PSOE paguen y discutan los motivos de la nefasta política de la socialdemocracia ,pero que con ello no se arrastre a los sindicatos.

¡Sí a la Huelga Nacional del 29 de Septiembre! ¡No a la Reforma laboral!

Salud, Revolución, Hispanidad y Socialismo