Hacia la séptima generación de izquierda

Gira de Chávez

Desde la pasada semana el presidente venezolano se encuentra de gira internacional. El fin de dicho periplo es, como el mismo ha reconocido, diversificar las relaciones comerciales y fortalecer los vínculos bilaterales con los países amigos. El 14 y 15 de octubre Chávez arribó a Rusia, el 16 y el 17 se desplazó a Bielorrusia y el 18 a Ucrania. El 19 y el 20 la delegación venezolana llegaba a Irán y Siria respectivamente.  El mandatario se trasladará en el último tramo de su viaje a  Libia, Argelia y Portugal.

Dentro de la gira que el presidente venezolano realiza tiene especial trascendencia para el proyecto Bolivariano el fortalecimiento de sus vínculos con Rusia. Es la novena vez que Chávez visita dicho país desde que llegara al poder en 1998. El gigante eslavo se ha convertido en el mayor aliado y en un importante socio comercial de la república iberoamericana. La historia del acercamiento ruso-venezolano guarda algunas semejanzas con el que en su día protagonizaran Cuba y la Unión Soviética. El intento de destruir la triunfante revolución a cualquier precio (sabotajes, invasión de Playa Girón, bloqueo comercial, reiterados intentos de asesinato de Fidel Castro etc.) echó al Gobierno cubano en brazos de la URSS.  Desde el primer momento Estados Unidos tampoco ocultó su antipatía por Chávez. Si bien la economía norteamericana requiere del petróleo venezolano, y la nación hispana tiene en Estados Unidos su gran mercado, la retórica antiimperialista y a la postre socializante de Chávez preocupaban a la Casa Blanca.  Los Estados Unidos aplicaron un embargo de armas a Venezuela. Se pretendía restar capacidad defensiva al país dificultando sus fuentes de aprovisionamiento. También se impidió a terceros países, como España, cualquier venta que incluyera equipos de procedencia norteamericana. A todo ello hay que sumar el intento de golpe de Estado en 2002, que con el beneplácito de Bush, aupó al poder durante un día al líder de la patronal venezolana Pedro Carmona. Tampoco fue bien recibida por Caracas la noticia de la reactivación de la IV Flota del Caribe, como tampoco lo ha sido el convenio que permite instalar bases norteamericanas en Colombia.

Es en este contexto donde se justifica el acercamiento ruso-venezolano. ¿Por qué iba a dejar escapar Rusia la oportunidad de suministrar armamento a un enemigo (Venezuela) de su adversario (Estados Unidos) convirtiéndose de paso en poder mediador en la zona? No debemos olvidar que las relaciones Moscú-Washington no atravesaban por su mejor momento, con un Bush decidido a construir un escudo antimisiles de carácter defensivo en Polonia y Chequia. Rusia accedió a la  venta fusiles de asalto AK-103 en 2005,  de 24 cazas polivalentes de última generación Su-30MK2 en 2006,  y según los últimos acuerdos firmados estos días en Moscú, también proporcionará sistemas de defensa antiaérea, presumiblemente Iskander. No obstante los acuerdos trascienden el ámbito puramente militar, extendiéndose a otras áreas como la cooperación energética o financiera. Merece la pena resaltar la puesta en marcha de un banco binacional, que ofrecerá  créditos para  los proyectos conjuntos y que contará con sedes en Venezuela, Rusia y China.  De sumo interés igualmente resulta la explotación conjunta de los recursos petrolíferos de la Franja del Orinoco entre la estatal PDVSA y las compañías Gazprom, Lukoil, TNK-BP etc.  Rusia también construirá la primera central nuclear venezolana.

 En la dialéctica de Estados cuando un país se aleja del radio de acción de una superpotencia o “imperio” se debe o bien, a que ese mismo país se ha elevado a la condición de potencia con capacidad para influir en los destinos de terceros Estados,  o bien el país ha caído en el campo de acción de otra superpotencia o “imperio”. Creemos que  la República Bolivariana de Venezuela se encuentra a medio camino entre las dos situaciones. Chávez trata de apartarse del influjo imperial norteamericano, aunque desde el punto de vista de su capa basal, el Estado Bolivariano sigue siendo muy dependiente de las exportaciones petroleras a los Estados Unidos.  Pero el distanciamiento de una potencia le ha llevado a acercarse a otra. Si antes necesitaba de Norteamérica para el mantenimiento de su capacidad defensiva ahora dependerá de Rusia. Si con gobiernos de otros colores, empresas norteamericanas hubieran explotado la Franja del Orinoco, con el gobierno actual serán los rusos los que participen de su explotación. Apostillar estos hechos no supone criticar las nuevas alianzas de Venezuela, sino más bien la ideología “multipolarista” que su presidente profesa. Hasta ahora la historia de la humanidad ha estado marcada por la doble dialéctica de clases y de Estados. No pensamos que nos encontremos a las puertas de un mundo sin superpotencias (imperiales) y con múltiples polos en equilibrio y paz perpetua, tal y como hace algunos años proclamara Chávez.  Ahora bien, la fuerza del proyecto Bolivariano, estaría en que aprovechando al máximo las alianzas con otras potencias en un sentido generador -aunque esas alianzas entrañen cierta subordinación como no- Venezuela camine por la vía de un proyecto de unidad regional que transforme a Iberoamérica en una potencia en sí misma, con capacidad para influir y conformar a otras unidades territoriales.

Salud, Revolución, Hispanidad y Socialismo