Hacia la séptima generación de izquierda

Los traidores no escriben sobre sí mismos, pero necesitan los mitos; 1975-2010: historia de una decepción

 

Cada Viriato tiene su periodo, más corto que los esclavos sublevados de Espartaco. Sin embargo, el Imperio fue humillado y la historia perdona la asimetría del poder mientras condena los excesos de la belleza, aún destinados a servir de coartada. Los ejemplos se necesitan y los buscan para hacer creer que todo pudo ser mas allá de la guardia pretoriana. La ingenuidad es tan noble como la lucha, tan imprescindible como las batallas. Las dudas de la razón provienen del desenlace de los acontecimientos. Pero, ¿por qué siempre la traición sí posee la fuerza? ¿Son tan poderosos los símbolos que son incorporados a la historia por parte de sus ejecutores?
 
En realidad, quizás no hayamos reflexionado suficientemente sobre este periodo histórico, acerca de la generosidad invertida y no devuelta. Hemos calificado y sospechado hacia las más tristes direcciones. Se me presenta, como autor inevitable del acontecimiento, que nos hallamos ante una de las mas grandes etapas de la traición socialdemócrata, comparable (la Historia Comparada es un monstruo, entiéndase con precaución) al SPD alemán y el asesinato de Rosa Luxemburgo. El final de una “vía” europea socialista, al margen de Gramsci.
 
La terrible usurpación del Estado y del poder por parte de las generaciones de traidores, el veloz tránsito de la nada al poder absoluto, la mentira como creación de una estrategia bien fundada, la ferocidad del odio de las medianías, que lentamente han ido eliminado el espíritu a la genética originaria con la simplicidad de lo evidente o normal, convirtieron a España en una inmunda realidad patrocinada por una sociedad ciega, donde el Estado, además de “el bienestar”, ha sido de la mutilación de las ideas. Si la dictadura de Primo de Rivera e incluso la Dictadura de Franco fue, en sus últimos años, bienestar a cambio de no-libertad, la hegemonía del PSOE, en todos los ámbitos, ha sido la cesión de nuestra autonomía al terror del pensamiento único. Y hemos muerto.
 
Lo que Dante calificó como el peor de los delitos contra Dios es la traición. Y desde el último Circulo del Infierno con sus 4 recintos - los traidores contra los parientes, los traidores contra los huéspedes, los traidores contra la patria y los traidores a sus bienhechores -, así ha sido. Todo yace en nuestra poesía, en nuestros recuerdos inevitables. Pasea con la tristeza del contador de historias, ahora inverosímiles.
 
También es probable como dicen Jeambar y Roucaute:
 
La traición es la expresión política –en el marco de las normas que se da la democracia– de la flexibilidad, la adaptabilidad, el antidogmatismo; su objetivo es mantener los cimientos de la sociedad. En los antípodas del despotismo, la traición es, pues, una idea permanente que, a diferencia de la cobardía, evita las rupturas y las fracturas y permite garantizar la continuidad de las comunidades democráticas al flexibilizar en la práctica los principios preconizados en la teoría...”.
 
No pregunten por esto. No sabrían contestar...