Hacia la séptima generación de izquierda

Izquierda Hispánica contra el nacionalbolchevismo

 

Por varias razones escribimos este artículo. Una de ellas, es desvincularnos críticamente del nacional bolchevismo, pues en las naciones de habla hispana han ido surgiendo organizaciones de este calibre (España y Venezuela sobre todo), que incluso se adhieren al proyecto de unificación iberoamericana, pero como veremos, desde una perspectiva totalmente diferente de la de Izquierda Hispánica. Otra de las razones por la que nos vemos obligados a emprender dicha crítica, es el uso falaz y oscuro (como ellos mismos reconocen << Nacional-Bolchevismo es un comunismo místico-aristocrático, una voluntad de realización histórico social de la metafísica de la convivencia del hombre>>) de la idea de comunismo. Las raíces ideológicas de este grupo nada tienen que ver con el racionalismo materialista que Marx desarrolló (que por otra parte, también lo reconocen), de hecho si queremos entender el proceso histórico que conforma a los nacional bolcheviques (cosa que no haremos, no por nada, no merece la pena) tendríamos que remontarnos al gnosticismo o a la era vikinga (como bien nos indica su propaganda).
 
Según el nacional bolchevismo, el deber por antonomasia de un estado, es la preservación de la raza y de la cultura. Y es que los principales ideólogos de estos pseudo revolucionarios no son otros que los hermanos Strasser, miembros históricos del "ala izquierda" del NSADP, de los cuales, Gregor, sería ejecutado en la noche de los cuchillos largos.
 
<<Es la más funesta herencia del sistema económico capitalista, el que la medida del valor de todas las cosas sea el dinero, la propiedad, la posesión. El hundimiento, la disolución de los pueblos es la consecuencia directa del uso de esta falsa escala de valores, pues la elección según las propiedades es el enemigo mortal de la raza, de la sangre y de la vida auténtica>>.
 
A poco que ojeemos sus textos, veremos el reaccionarismo que caracteriza dicha  ideología. Pues su oposición al régimen capitalista no viene dada en virtud de la emancipación de la clase obrera, sino en pos de la subordinación de esta en cuanto a unas "aptitudes espirituales" (podrían proporcionarnos un barómetro o alguna manera de hallar tales aptitudes) que el "estado" jerarquiza. No nos ofrecen ningún análisis objetivo del sistema actual (y mucho menos de como van a transformarlo), sólo nos proponen cuestiones triviales y metafísicas, que poco o nada tienen que ver con la filosofía política, cosa lógica viniendo de donde vienen, que no del materialismo dialéctico soviético, sino de la metafísica nazi, para seguir citando a Strasser:" Y la cuestión no es relativa al excedente (sobreproducción), tal y como afirma el marxismo, sino  al alma de las personas."
 
A lo largo de sus panfletos diagnosticamos continuamente el mito de la cultura que estas almas de cántaro padecen << el nacional-bolchevismo es obviamente eslavófilo (…) He ahí la diferencia entre el socialismo errabundo, cosmopolita, sin alma y sin raíz (socialismo científico) y el socialismo nacional que enraíza con las tradiciones, la raza y el Volkgeist.>> Como podemos ver, el idealismo alemán que nos legó el nazismo como su culminación histórica, está constantemente presente en sus planteamientos. También son fieles a su herencia nazi con “el problema judío”, definiéndose abiertamente antisemitas (de hecho, están bastante molestos por que los “pardos” les consideran judaizantes).
 
Por medio de la idea metafísica de cultura, siguen naciendo multitud de dogmas ideológicos con fines aberrantes y perversos. Pues no le dedicaríamos un artículo a semejantes majaderías si no fuera por que no es un fenómeno aislado al margen de la sociedad capitalista de mercado pletórico, todo lo contrario, el nacional bolchevismo está en evidente relación con los nacionalismos fraccionarios (reaccionarios) que reclaman la "autodeterminación" por tener una "cultura" propia. Ya sea la catalana o la guaraní.
 
El punto en común en el que convergen estas ideologías es, en efecto, el reaccionarismo. La pretensión de remontarse al Antiguo Régimen, eliminando la Nación Política de ciudadanos libres e iguales, en pos de la preservación de la nación étnica. Para saber de lo que hablamos, utilizaremos la definición que aparece en el artículo "El neofeudalismo" de Santiago Armesilla:
 
<<Nación étnica: primera acepción del término nación dentro del terreno antropológico y no zoológico como el anterior. Se asume aquí una perspectiva social y cultural, pero no cultural en sentido etológico sino antropológico, como he señalado antes, definido en función de las instituciones (lingüísticas, de parentesco, &c.), y por tanto en función de normas. Aquí se distinguirían tres variantes: las naciones étnicas periféricas, que se delimitan principalmente desde plataformas políticas, serían estirpes o grupos marginales no integrados en un Estado (por ejemplo, belgas, heduos, o helvetios con respecto a la Roma imperial); las naciones étnicas integradas, acepción muy frecuente en las edades Media y Moderna, que hacía referencia a los grupos de origen distinto del que residían (como los estudiantes en universidades del Reino de Francia que provenían de las naciones inglesa, italiana o española); y las naciones étnicas históricas, la especie más moderna –siglos XVI, XVII y XVIII–, que no es un término político sino que se trata de un concepto étnico referido al contexto determinado de una sociedad política (por ejemplo una monarquía absoluta) pero refiriéndose a lo abstracto de esa formalidad política.>>
 
En contraposición a la Nación Política: << Nación política: la nación de ciudadanos libres e iguales en derechos y deberes. Nacida a partir de la Revolución Francesa, la nación política surge por evolución de las naciones históricas(…)La nación política constituye una ruptura con el pasado, con la unión del Trono y el Altar que tanto ha defendido la reacción, y surge de la Gran Revolución y de las que la suceden en toda Europa (Guerra de la Independencia Española, Revolución Belga, unificaciones de Italia y Alemania, &c.). Originariamente, la nación política es un concepto republicano y laico, aunque pudo más tarde tomar también la forma de una monarquía constitucional. Además, la nación política es el primer parámetro de la idea funcional de izquierda política, pues es la primera generación de las izquierdas definidas, la izquierda jacobina, la encargada de crear la nación política francesa mediante la racionalización revolucionaria por holización de la sociedad política del Antiguo Régimen para dar paso a la nación republicana jacobina (algo paralelo hicieron los liberales en España y en Italia). La nación política, así, se constituyó como una plataforma de la Real Politik, desde la que se pueden realizar planes y programas políticos concretos, en materia económica y política. Con lo que no es simplemente una superestructura que sustituye a la soberanía del monarca, como dice el marxismo vulgar. La nación política es una creación del siglo XVIII. No es una creación ex nihilo, sino que se trata de la culminación de un proceso larvado en el seno del Antiguo Régimen en las monarquías absolutas europeas, y particularmente en aquellos reinos que llegaron a ser imperios universales (España, Portugal, Francia, Reino Unido, Rusia, Holanda, &c.). Estas serían las llamadas naciones políticas canónicas. La nación política es la que convierte a los hombres en ciudadanos, y no al revés como pensaba Rousseau, ya que es la clase dominante del nuevo Estado republicano, la burguesía jacobina, la que a través del poder del mismo cambia las leyes y convierte a los súbditos en ciudadanos. Previamente a ella sólo había súbditos del monarca absoluto.>>
 
La “Europa sublime” juega un papel central en el nacionalbolchevismo. Aunque hay diferencias entre las distintas facciones (rusófilos, panhispanistas), la mayoría de las veces se refieren a la Europa feudal como el principio y final de la humanidad entera.
 
<<El Nacionalbolchevismo tiene como raíz la defensa de un movimiento nacional europeísta (…)Y la más ancestral de las formas de nacionalismo, de tomar conciencia de pueblo, es sin duda la raza, que esconde no sólo la tradición y la herencia, sino la propia personalidad de ese mismo pueblo. Al contrario que el neoliberalismo cínico y los diversos movimientos pseudo-progresistas, creemos que las razas tienen entre sí unas diferencias importantes, y por lo tanto si buscamos un movimiento que una nuestro pasado, nuestra nación histórica, también buscamos nuestra herencia racial, el punto principal que evalúa no sólo esas diferencias sino nuestro desarrollo y nuestro futuro. Es por eso que la preservación y búsqueda de nuestra nación histórica tiene que repercutir sin ambages en la importancia capital de nuestra propia raza.>>
 
Pero lo que más nos llama la atención es el misticismo y la oscuridad que no cesa en sus textos. La propaganda nacionalbolchevique está llena de alusiones al alma y al espíritu. Sus propósitos no se alejan ni un ápice de los programas de eugenesia nacionalsocialistas, incluso los veneran, << las políticas eugenésicas del nazismo mejoraron las capacidades de la raza aria que se encontraba bajo su dominio>>. Este grupo nos muestra en todo su esplendor el peligro que tiene la Idea de cultura, y la proliferación de estas sectas políticas es causa directa del juego que las democracias homologadas se traen con dicha idea. Y decimos secta con todo el derecho, ni siquiera les sonará ofensivo a los nacionalbolcheviques a juzgar lo que entienden ellos por un revolucionario, << Uno se eleva por encima de la masa cuando toma conciencia de clase, deviene entonces abogado de los intereses proletarios, y en caso necesario revolucionario profesional, funcionario o dirigente. Los trabajadores con conciencia de clase se convierten en los elegidos, la élite, de una vanguardia de combatientes de la causa de la clase trabajadora.>>
 
Y no es que esta conciencia de clase tenga que expandirse a toda la clase trabajadora con el fin de que esta tenga un poder efectivo en la transformación del estado, << La relación burguesía-sociedad, es decir la relación existente entre ocupante y espacio de ocupación, será sustituida por la relación Estado-Comunidad del Pueblo, donde el primero resulta ser el evocador y la segunda el ámbito social al cual se dirige la llamada del Estado, ante la que solo una minoría de electos responderá, mejor aún, podrá responder, a fin de asegurar el necesario, fisiológico, recambio orgánico de la aristocracia política del pueblo.>>
 
La utopía nazboliana se basa en la creación de un estado totalitario capaz de subordinar a todos los miembros de la sociedad política al estricto mando de la aristocracia “espartana”. Todo esto con las connotaciones nietzscheanas propias del nazismo por las cuales el proyecto político debe basarse en la eugenesia y demás barbaridades con el fin de elevar el espíritu del pueblo y de la raza dando a la humanidad la categoría de los “superhombres”.
 
<< La imposibilidad técnica – garantizada por la regulación comunista, que, sin embargo, deberá conjugarse con el nacimiento de un nuevo tipo humano - de acumular individualmente bienes económicos instrumentales y de consumo, impiden que los miembros del Estado popular hagan depender su rango dentro de las estructuras estatales de la posesión de riquezas materiales. Así, se desarrollará un proceso de diferenciación jerárquica, enraizada en la diferente naturaleza física, intelectual, ética y espiritual (mejor incluso: racial) de cada cual. No ofensivas desigualdades basadas en la riqueza y en el origen social, sino auténticas jerarquías cualitativas fundadas en una diferente morfología ontológica.>>
 
En cuanto a la raza, tenemos que decir que su posición gira en torno al racismo explícito e implícito, según la facción y el autor. Aunque predomina el segundo caso (llegué a encontrar en un foro a un individuo que proponía que España debía “renunciar” a Ceuta y Melilla no sea que nos mezcláramos con el moro, como todos sabemos, llegan un poco tarde).
 
Desde Izquierda Hispánica, izquierda que se entronca en las seis generaciones anteriores (jacobina, liberal, anarquista, socialdemócrata, comunista y maoísta) despreciamos a esta secta aberrante que nada tiene que ver con la doctrina que dio luz al movimiento obrero conteporáneo; el materialismo histórico. El nacionalbolchevismo no es más que otra especie de derecha irracionalista y reaccionaria, que desde una posición racionalista, materialista y socialista debemos combatir. Por la construcción de un Imperio Generador iberoamericano que integre como iguales en la Nación a todos sus miembros, sin perjuicio de su raza o cultura.
 
Salud, Revolución, Hispanidad y Socialismo.