Hacia la séptima generación de izquierda

Chávez y las Malvinas

Aciertos y olvidos del presidente venezolano

En su programa dominical, Hugo Chávez reiteró su apoyo incondicional a la causa argentina de las Malvinas. Recordando la guerra con el Reino Unido, el presidente de Venezuela afirmó

«A ti te hablo, reina de Inglaterra: deja quieta a las Malvinas. Es una pretensión histórica querer dominar las islas Malvinas. Deja quieta a la República Argentina»

Su postura no quedó ahí, sino que se mostró encantado de enfrentarse a los enemigos seculares de la hispanidad:

«Las cosas han cambiado, señora reina, y ya no es 1982. En caso de agresión contra Argentina, esa hermana república no estará sola»

Así sí, presidente Chávez. Bien por esta intervención, pero olvida algunas cosas: una, elemental, es que Argentina no estuvo sola: gobiernos como el de Perú o Cuba apoyaron en la medida de sus posibilidades la causa argentina en las Malvinas. Otros como Chile, bajo la tiranía de Pinochet y los Chicago boys —neoliberales que vendieron su patria sin el menor miramiento— apoyaron el imperialismo británico. Pero otro olvido, el más importante, es no recordar el principal motivo por el que las Malvinas deben pertenecer a Iberoamérica: el Imperio español. Efectivamente, las Malvinas formaron parte del Imperio español y Argentina, como continuadora histórica, reclama los derechos sobre unas islas que deberían haber hablado español y no inglés.

Chávez debe enterarse de que lo que une a Iberoamérica no son las tribus prehistóricas, pues no son instituciones que hubieran unido al continente. Lo que nos permite hoy hablar de Iberoamérica es el pasado español, su idioma e instituciones comunes como el  catolicismo, al margen de que seamos críticos con la Iglesia católica. No tenemos por qué crearnos ideas fantásticas y grandilocuentes del pasado español, pero tampoco hemos de tragarnos la leyenda negra. Simplemente constatar que la unidad sólo puede conseguirse sobre algo real. Y ese algo real es, no un pasado remoto de tribus dispersas, sino la unidad que una vez existió. Si los múltiples reinos, ducados y microestados germánicos llegaron a unirse y formar a Alemania, si la muchedumbre de estados italianos pudo imponerse a los deseos del papa y unificar Italia, si las trece colonias británicas del este de Norteamérica pudieron unirse en un Estado común, resultaría factible que Iberoamérica trabaje por su unidad. Eso pretende Izquierda Hispánica. Y para ello se basa en lo mismo que se basaron estos ejemplos históricos: la historia real que verdaderamente compartían.