Hacia la séptima generación de izquierda

Elecciones catalanas 2010

El nacionalismo catalán ha recibido un fuerte espaldarazo gracias al comienzo del derrumbe político de José Luis Rodríguez Zapatero. La “triste figura” en que se va definiendo el presidente español nos está procurando más y más problemas al llevarnos desaforadamente hacia la debacle económica y de forma paralela al triunfo de los nacionalistas. Ahora en el territorio catalán, más tarde, en las próximas elecciones municipales y autonómicas, quizá el poco deseado -por la mayoría de españoles- triunfo nacionalista se repita.
 
En Europa no nos pierden ojo, les interesa tanto como a nosotros lo que pasa en nuestra patria, pues los males del vecino suelen ser bienes en casa ajena. Uno de los diarios más influyentes en Europa –hace ya varios meses- analizando la crisis económica apuntaba los males políticos españoles derivados de las ínfulas secesionistas de algunos de los territorios. Sobre todo incidía en Cataluña. Desde las páginas del “Financial Times” se decía que la lengua catalana es una muestra visible de las fuerzas centrífugas de la España moderna, y que en Cataluña toma bríos el separatismo debido a la posibilidad de aprobar un “estatuto” propio, y que esta “nacionalidad” ha ido más lejos que las demás al abrir delegaciones en el exterior. Este auge nacionalista español era comparado en el artículo con los auges nacionalista que se dan también en Groenlandia, Irlanda del Norte, Córcega, el norte italiano y otras regiones europeas. El artículo incidía en el problema español que deriva de la cara financiación autonómica. Concretamente señala que el presidente Zapatero hace grandes aportaciones de dinero público para todas las autonomías y que la que más dinero recibe es Cataluña. Las razones que da son las de la necesidad de apoyo político que tiene Zapatero de estas regiones secesionistas.
 
Arturo Mas, Juan Lapuerta y todos los nacionalistas que se han visto reforzados en estas elecciones, perdidas por el presidente español más que ganadas por ellos mismos, se ven reforzados en sus ideales rupturistas. Desde las filas de Izquierda Hispánica, y a través de nuestro órgano de expresión, nos vamos a oponer con la vehemencia que nos caracteriza a cualquier propuesta independentista total –como la expresada por el ex presidente futbolero-, o a cualesquiera otras que, sin ser salvajes como la de Laporta, se dirijan a la destrucción paulatina de la capa basal de nuestra nación. Como ya dijimos en nuestras páginas interactivas hace unos meses en relación con la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto catalán: “Lo que se juega, hay que decirlo bien claro, no es el éxito o el fracaso electoral de un partido de dudosa condición nacional sino algo mucho más grave: la unidad política de España misma” .
 
La cuestión es la misma: Zapatero, y la nefasta gestión de nuestro Estado que lleva entre manos desde hace ya casi siete años, nos está llevando a la ruptura nacional. El proceso de fragmentación de la nación no se da con unas elecciones como éstas en la que la mayoría de parlamentarios catalanes son nacionalistas. El 52% que se ha abstenido es mayoritariamene no nacionalista, es crítico de Zapatero. Para darse cuenta de esto no hace falta ser un lince en política.
 
 Lo que sucede es que su mayor potencia reside en que sucede a un ritmo lento, en todos los ámbitos de la sociedad, socavando desde las instituciones dominadas por el secesionismo los cimientos no sólo de la unidad política de España sino también de su unidad cultural y lingüística mediante una propaganda tan corrosiva como tenaz.
 

Las quejas y maldiciones, la justa indignación, no sirven de nada si no se canalizan apropiadamente, organizándose y actuando para enfrentarse al ataque a su misma escala. Ahí estará Izquierda Hispánica, sin ambigüedades, sin concesiones inútiles, en primera línea. Es nuestro deber.